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jueves, 8 de marzo de 2012

NECESITAMOS 1,44 planetas para mantener nuestro nivel de vida



Una manera de conocer los recursos que consume cada persona es mediante el cálculo de su huella ecológica: la superficie –habitualmente medida en hectáreas- que necesita para cubrir sus necesidades. Paralelamente, se podría definir la capacidad biológica de un planeta, o biocapacidad, como aquella capaz de generar un abastecimiento regular de recursos a sus habitantes y de absorber los desechos resultantes de su consumo, llámense emisiones o contaminación. Recursos que a largo plazo y según se vayan agotando tanto ellos como sus sustitutos deberán ser renovables. Finalmente, nuestro sistema económico será sostenible cuando sea capaz de regenerarse, de suministrar y servir dignamente y para siempre a los ciudadanos del planeta sin sobrepasar su capacidad biológica.
Utilizamos más recursos que los que la Tierra puede proporcionar
Según diferentes organizaciones entre las que se encuentran Global Footprint Network o WWF necesitamos a día de hoy 1,44 planetas Tierra para mantener nuestro alocado ritmo de vida actual. Traspasamos el límite de la sostenibilidad planetaria hace escasamente un cuarto de siglo.
 
Desde entonces, la capacidad biológica necesaria para mantener a los países ricos y a aquellos con un fulgurante desarrollo no ha hecho más que aumentar de una manera exponencial.
Dentro de veinte años necesitaremos casi dos planetas
Según las mencionadas organizaciones al ritmo que vamos, y si no modificamos nuestras pautas de crecimiento económico, en el año 2030 necesitaremos recursos equivalentes a 1,9 planetas Tierra para abastecer a la insaciable y depredadora especie humana. Y en el año 2050 necesitaremos la friolera de 2,4 planetas. Para finales de siglo, quien sabe.
Hay grandes diferencias entre países
Estados Unidos, junto con los países petroleros del Golfo Pérsico, ejercen un triste liderazgo mundial en huella ecológica con niveles cercanos a diez ha por habitante. No hay que confundir la biocapacidad de cada país, ligada a su densidad de población, con la huella ecológica de cada individuo dentro de él. Así nos encontramos con que a alguno de los países más insostenibles, como Canadá o Australia, de momento le sobra capacidad biológica debido a su reducida densidad de población.
Pasa lo mismo con países del Norte de Europa como Finlandia o Noruega. Dinamarca, a pesar del auto publicitado ecologismo anfitrión con motivo de la recién finalizada cumbre, necesita casi un 50 % más de hectáreas por habitante que España, por ejemplo. Países como China o la India exceden su biocapacidad, debido a su alta densidad de población, a pesar de una reducida huella ecológica relativa de 2,0 y 0,8 ha/habitante respectivamente.
¿Y España? Tiene del orden de 5,7 ha/habitante, valor que aunque sensiblemente inferior al pelotón de cabeza es demasiado elevado para nuestra población y clima, colocándonos, según se ve en el mapa, dentro del grupo de países que más biocapacidad utilizan. El finiquitado crecimiento caótico y descontrolado propio de nuevos ricos, el ladrillazo, la especulación, la codicia y la incompetencia han hecho de España, ese país mediterráneo y ejemplar que pudo haber sido, un ejemplo de desarrollo económico insostenible.
El cambio climático no es “el” problema, sólo uno de “los” problemas
El calentamiento global lo único que puede hacer es contribuir a aumentar las necesidades de biocapacidad; o en todo caso insuflar cierto optimismo, que me temo ayudará poco, a aquellos que creen que lo del cambio climático de origen antropogénico es un bluf.  Pensar que en el año 2050 necesitaremos dos planetas en vez de dos y medio lo único que conseguirá es retrasar mentalmente futuras crisis; pero jamás resolverá el problema de fondo del crecimiento económico ni despejará el futuro. Unicamente nos permitirá creer que tenemos algo más de tiempo. Pero nuestra conocida burbuja, llamada Tierra, seguirá estando ahí, lista para explotar quien sabe cómo ni cuándo.
¿Un tenebroso futuro?
Si ya casi necesitamos el equivalente a planeta y medio para que nuestra forma de vida pueda mantenerse indefinidamente tal como hoy la conocemos, pero hay tan solo un planeta disponible, salvo aventuras de momento de ciencia ficción, tenemos un problema. Significa que antes o después los habitantes de este desgarrado planeta no podrán continuar disfrutando de él igual que lo estamos haciendo nosotros. Porque lo habremos agotado. A nuestros descendientes les tocará pagar las consecuencias de nuestro bienestar presente.
Dependerá de nosotros
La cumbre de Copenhague ha fracasado. Obama también. La UE se ha quedado fuera de juego. China no sabe, no contesta. ¿Qué hacemos ahora? Mientras los gobernantes dormitan, cada uno de nosotros debería hacer examen de conciencia y reflexionar sobre cómo reducir su propia huella ecológica, durante su quehacer diario, con el fin de contribuir a evitar “los” problemas venideros. Y a cómo crear entre todos un sistema económico sostenible que necesite no más de un planeta para cubrir nuestras necesidades. 



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