recogida de una actualidad con el ánimo de archivo y la opinión personal

jueves, 18 de octubre de 2012

LA POLARIZACIÓN SOCIAL y el auge de la estupidez colectiva



Artículo de E. Sánchez en el ABC el 16.10.12 


Siempre se ha dicho, pero nunca tan claro: las crisis económicas llevan de la mano la polarización social.  Es lo que permiten concluir tres de los últimos estudios publicados sobre nuestro país.  Por una parte Credit Suisse habla de la España del año 2017, donde el número de millonarios, es decir, las personas que tienen en sus manos más de un millón de dólares, serán el doble de las que son ahora.

Por otra parte, el FMI pronostica que nuestro país no saldrá de la crisis y comenzará a crecer hasta el lejano 2018.  Eso quiere decir que si las estimaciones de ambos organismos son ciertas, cuando la depresión económica alcance su valle más profundo (los próximos 5 años), el número de millonarios crecerá un 110% hasta alcanzar los 616.000 en el años 2017.

Las cifras las proporciona el Informe anual de riqueza global que elabora Credit Suisse. Pero, ¿cuántos millonarios hay hoy en España? El informe cuenta 313.000 de ellos, frente a los 400.000 que había el año pasado. Un descenso que de acuerdo con el informe se explica por la caída del valor de los activos y la depreciación del euro respecto al dólar y por lo tanto en realidad, el número de millonarios ha permanecido estable.

Lo que si han crecido son sus fortunas. Un estudio de BBVA research demuestra que las sociedades de inversión de capital variable «sicavs», lugar predilecto para guarecer millones de los que más tienen por su baja fiscalidad (1%), han aumentado en algunos casos hasta un 50%.

En el lado opuesto de esa realidad, las capas bajas van perdiendo poder adquisitivo con cada mes de vida de la crisis. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que la renta disponible de los hogares descendió el 3,2% en el segundo trimestre de este año en relación con las mismas fechas del año anterior.

También Eurostat demuestra que la crisis económica es el caldo de cultivo perfecto para crear una sociedad polarizada. El índice gini mide la desigualdad de ingresos en un país, siendo la igualdad absoluta un 0 y la desigualdad absoluta el 1 (como citábamos en una anterior entrada).  España se sitúa como segundo país más desigualitario de la eurozona, con un cociente de 34, solo superado por Letonia con un 35,2.

Los países nórdicos son los que alcanzan una mejor distribución de la riqueza (Noruega marca un 22,9, Suecia un 24,4) e Islandia, el país que se atrevió a seguir su propia doctrina anticrisis puntúa con solo un 23,8.

El resultado, una clase media cada vez más débil, que (si las previsiones aciertan) irá menguando de forma progresiva a medida que avance la recesión económica. Y que, en el mejor de los casos, se dejará acunar por la prosperidad de la clase alta, pero en el peor, se verá abocada a la precariedad.


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Paul Tabori nos advirtió sobre la estupidez en su excelente libro "Historia de la estupidez humana":

  "..es el arma más destructiva del hombre, su más devastadora epidemia, su lujo más  costoso".

Nuestra capacidad de pensamiento se ha desarrollado firmemente a lo largo de la historia sin descansos ni estancamientos.  La evolución, a parte de darnos ligeramente más capacidades morfológicas y estructurales para adaptarnos a los medios, ha estimulado casi exclusivamente el desarrollo de nuestros cerebros y su capacidad de raciocinio.  Frente al florecimineto intelectual, los sentidos han cedido en su importancia y ahora se nos presentan menos necesarios para subsistir.  El pensamiento domina con totalidad el mundo de los sentidos.

"Al principio todos los pensamientos pertenecen al amor. Después, todo el amor pertenece a los pensamientos" A. Einstein.

Partiendo de este factor dominante, la humanidad ha caido en la desgracia de conceder el hipotético deleite de los sentidos al ignorante y mantener el dominio del pensamiento al inteligente.  Según concebimos unánimemente, la polarización de ambos cuerpos sociales ha determinado un sobreesfuerzo por un lado y un abandono por otro, de cada uno de los miembros de esta sencilla ecuación por mantenerse en el lugar en el que naturalmente han aparecido.  Obviamente el que quiere ascender para culminar al control del pensamiento debe realizar un trayecto mucho más introspectivo a nivel de concentración en el trabajo y ánimo en su ambición.  El que vulnera su integridad pensadora y se presta a las sensaciones ejerce el camino de la vaga dificultad.  Sólo algunas excepciones en el canal de ascenso del mundo sensorial al inteligente, han sido capaces de transformar la fórmula y aprovecharse de sus aparentes limitaciones intelectuales.

Hoy día, el individuo ingenioso se está abandonando igual que el ignorante.  El esfuerzo que debe mantener durante el constante combate en la guerra por racionalizar los sentidos es tan significativo, que prefiere deleitarse y poseer la brevedad de la sintonía sensorial en su organismo. Este hecho no se debe a que prefiera el asistir a nuevas y plenas sensaciones orgánicas, se debe a que la pugna por el control del pensamiento requiere vigor y sacrificio absoluto.  El mismo que, por su obcecación, demuestran los que actualmente gobiernan el planeta 24/7.

El factor que no percibimos y descuidamos en este proceso es que la naturaleza es tan sabia que nos ha dotado de nuestros sentidos en un planeta colmado de maravillas para deleitarnos durante esta breve existencia.  Ese, únicamente, es el preciso elemento que se ha ocultado en el absurdo para hacernos alcanzar el afán de ambicionar objetos que la devoción por la cultura ha generado en nuestra especie.  

Factor que ahora podemos observar también en otras especies de animales, otros que empiezan a mostrar esos síntomas de decadencia:  la mera estupidez colectiva.







"Me he esmerado en no ridiculizar, ni lamentar, ni detestar las acciones humanas, sino en entenderlas".  Baruch de Spinoza




 





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