recogida de una actualidad con el ánimo de archivo y la opinión personal

viernes, 9 de noviembre de 2012

ESTUPIDEZ HUMANA: el legado de la evolución de la inteligencia




Era por el principio de 1989, cuando el académico francés Jacques Rupnik se sentó en su oficina para preparar un informe sobre el estado de las reformas económicas en la Unión Soviética de Mijaíl Gorbachov. El término que usó para describir los últimos respiros del imperio era el de “Catastroika”. En la época de Yeltsin, cuando Rusia estableció probablemente el experimento de privatización más grande y con menos éxito en la historia de la humanidad, un grupo de periodistas de The Guardian dio un significado diferente al término de Rupnik. “Catastroika” se convirtió en sinónimo de la destrucción completa del país por fuerzas del mercado, la venta de la propiedad pública y la excesiva deterioración del nivel de vida de los ciudadanos.

Los creadores de "Debtocracy", los periodistas Aris Chatzistefanou y Katerina Kitidi, utilizan este término para dar nombre a este nuevo documental, lógica secuela y continuación del anterior, en el que se examinaron las causas de la crisis de endeudamiento en Grecia y en la periferia de Europa. Además también está coproducida por el público, que contribuyó financiera e ideológicamente en su creación y está disponible de forma gratuita bajo licencia Creative Commons.

El documental descubre los resultados de la actual venta de los recursos públicos de Grecia, exigidos a fin de afrontar la inmensa deuda soberana del país. Slavoj Zizek, Naomi Klein, Luis Sepulveda, Ken Loach y Greg Palast hablan sobre las medidas de austeridad, el gobierno griego así como del ataque contra la Democracia en Europa, tras la propagación general de la crisis financiera. Académicos y especialistas como Dani Rodrik, Alex Callinicos, Ben Fine, Costas Douzinas, Dean Baker y Aditya Chakrabortty presentan aspectos desconocidos de los programas de privatización en Grecia y en el extranjero.

Así queda claro que Catastroika no es un virus que ataca sólo a los países que cambian radicalmente su sistema económico (como Rusia) o los países bajo una ocupación económica. En realidad, los ejemplos de privatización con menos éxito ocurren en poderes económicos que teóricamente pueden controlar las consecuencias negativas.

Catastroika se encuentra en Gran Bretaña en la era después de Thatcher, donde los ciudadanos fallecen en accidentes de la red ferroviaria privatizada. Se encuentra en el privatizado y liberalizado sector de correos holandés, donde se han quitado miles de puestos de trabajos y el cartero llega dos o tres veces por día. Se encuentra hasta en California, donde los ciudadanos se han quedado sin electricidad con la desregularización del mercado de energía.

Pero las consecuencias más graves y terroríficas ocurren en países que han caído en la trampa de entidades crediticias del extranjero y que están obligadas a proceder a privatizaciones masivas. La venta de la propiedad pública que se realiza en Grecia, ha sido probada varias veces en circunstancias similares. Los responsables de la venta de utilidades públicas en países de América Latina han trasladado sus oficinas a países de la periferia europea y los mejores de ellos visitan a Atenas los últimos meses.

El proceso es siempre el mismo: al principio, el gobierno, con la colaboración de los medios de comunicación masivos, empieza un ataque fuerte a los funcionarios. Los presentan como responsables de todos los males económicos del país. El mito de un sector público con demasiados funcionarios se basa casi siempre en datos manipulados de organizaciones que apoyan al gobierno y que se apoyan por el gobierno actual. Simultáneamente, algunas organizaciones públicas se dejan a propósito sin ningún apoyo, desesperando a los ciudadanos por su falta de eficiencia. El proceso acaba con la venta incluso de las organizaciones más rentables por un porcentaje mínimo de su valor verdadero.

El equipo de Catastroika viaja por muchos países en busca de imágenes, información y material sobre los programas de desregulación y privatización que se han realizado en el llamado mundo “desarrollado”. El resultado final de la investigación no es ni blanco ni negro. El “carácter social” del sector público contra una cara inhumana del mercado libre es tan simplista como las teorías de Milton Freedman sobre la necesidad de privatización hasta del aire que respiramos. Sin embargo, el caso de Grecia supera el debate simple y teórico sobre el papel del país en la economía.






Gracias Zenón

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  "Cuatro ruedas y un volante condujeron el sueño de la baja clase media por las autopistas de la nueva economía..", 

   autopistas que se construyeron con el dinero privado de alguna mega-corporación que va a ser amortizado en el futuro a base de pequeñas sumas individuales de los usuarios que ascenderán en valor paulatinamente, sin apenas percibirse a priori, devolviendo la cuota al inversor inicial de una forma exageradamente rebosante para poder, de esta manera, garantizar cuantiosas retribuciones destinadas a los que han generado la necesidad de su implantación: los sobornados políticos de turno, precisamente huntados con ese dinero que al final resulta ser público.  Si dicha necesidad no existe, los adelantados regeneradores de la sociedad buscarán la forma de crearla, para eso han desarrollado tanto su inteligencia.  Si el político de turno que necesitan no está, lo sentarán en su despacho en un tiempo razonable, tiempo que necesitarán para formarlo y educarlo en el papel requerido tan influyente y decisivo en la vida de todos.

Es la triste fórmula moderna de la supervivencia del intelecto común.

El mal que crearon en el pasado con la clase media.  La que no fué más que es un reto para crear el confortable clima de la buena esperanza, el renombrado estado del bienestar, el boceto milagroso de la supervivencia en un territorio natural pretendidamente manifestado muy hostil aunque, en realidad, no lo sea.  La clase media ha mantenido unos márgenes de seguridad y confort sobre gran parte de las sociedades en los paises más avanzados en tecnología, indústria, agricultura, etc..  Primero se ha gestionado la necesidad de esa realidad y ahora está siendo retirada de un plomazo para que la histeria colectiva propague la imposibilidad de pensar y decidir sobre el vanagloriado concepto de la democracia.  De esta forma sus arcas crecen exponencialmente en un año y no tienen que esperar una década, como anteriormente, para encontrar el beneficio que suponen merecen.

El medio temporal donde desarrollamos nuestras vidas (la vista hacia el futuro más cercano) se presenta ahora expresamente arriesgado y peligroso para hacer sentir el miedo colectivo y, de esta manera, obtener el control absoluto de nuestras delicadas e desestructuradas mentes incultas.  Precisamente así podrán garantizar que las élites dominantes no sean suplantadas por el efervescente ego de algún pretencioso nuevo aspirante al poder, venido en fortuna por alguna que otra casualidad de la vida.  

Éstos de la élite, mantienen de forma maniacal su empecinada guerra secreta contra el individuo colectivo, el que recientemente ha surgido por la imposición histórica de la más sensata de las razones: la supervivencia y el bien estar de nuestra estirpe.  Éstos elitistas son integrantes de la más absurda forma de vida inteligente que ha conocido el universo.  Son parte de nuestro legado en la realidad.  Algunos los relacionan con engendros nacidos de extrañas uniones de seres interplanetarios llegados a nuestro planeta hace siglos.  ¿Quién sabe?  Quizás sea cierto.  

Un humilde servidor, que tiende siempre a simplificar para poder entender, piensa que no son más que simples individuos que ejercitan una forma del MAL que está ampliando su influencia como forma de supervivencia ante la implantación generalizada del BIEN que estábamos, presumiblemente, experimentando.

Como dicen los angloparlantes: call me naive.


Un ingenuo manifestante pasea su pancarta mientras marcha hacia el 
Ayuntamiento de Oakland, California, el pasado 14 de noviembre 2011.


Sólo esperamos que un enjambre de ellos nos juntemos para empujar con fuerza suficiente el criterio de la colectividad como fundamento de futuro.

Aquí hace tiempo que a la élite le vemos el plumero, sólo hace falta exponerlos en público de forma clara e inteligible para enterrarlos en la miseria como merecen..





  



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