recogida de una actualidad con el ánimo de archivo y la opinión personal

martes, 16 de abril de 2013

La INMIGRACIÓN musulmana en territorio nacional y la CRISIS de identidad

  

Parte del artículo "Eslabones de una migración perpétua" de Mohamed El Morabet, publicado hoy en el dP: 


"..Mientras que Imane le recuerda al Ministerio de Justicia en qué consiste la vida de los migrantes que hay en España: “han venido para trabajar y en busca de una vida mejor.  Muchos no han tenido la oportunidad de estudiar en sus propios países y por eso han hecho las maletas.  Cuando han llegado a España, se han pasado más de 8 horas al día trabajando, no viendo la televisión para informarse sobre política, por ejemplo, ni tampoco acudiendo a clases de geografía e historia”. Abdelaziz sentencia que “no cuestionamos la idea de establecer unos requisitos mínimos para la integración plena, pero paralelamente es necesario plantear líneas de intervención que permitan alcanzar esos requisitos de forma igualitaria, independientemente del origen”.


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El mundo de los ilusos existe porque muchos piensan en el.  Cuando una idea es evacuada de nuestra mente se disuelve, simplemente, en el aire como el humo de un hogar.
 
La amenaza que suscribe una vida a la sombra de la identidad colectiva en un país ajeno al propio es, hoy día y en especial en Europa, algo palpable como la insatisfacción del sueño roto.   Vulnerar ese principio es nadar a contracorriente.

Muchos consiguen asentarse con deleite, tras excepcionales esfuerzos, en sus tierras escojidas para el pasto irrefutable y confortable del remanente de sus largas vidas.  La mecánica de su obsesa y determinada labor confunde, durante su empeño, a la propia identidad de la persona con el anhelo de alcanzar un panorama singular, aquel que se construye con los deseos de entrañar, en tierras ajenas más conformes, a la estirpe de la que el individuo se debe ocupar.

Algunos habitantes nativos de las tierras pueden plantearse, incluso con cierto criterio, que las adversidades con las que lidia el desplazado, para recobrar su identidad reestableciendo una nueva nacionalidad en una tierra que no es la suya aspirando a una vida mejor, no son dignos pues su propia hambre incrementa la del pueblo con el que se pretende integrar, famélico de por sí y ahora, ya a un paso de la pura voracidad.  Pretendiendo hacerlo sin siquiera pedir el permiso pertinente alegando, incluso, la justicia y la igualdad.
 
Este humilde servidor, quien tiempo atrás experimentó en sus propias carnes el oscuro abismo social de la descontextualización impositiva por deslocalización personal en un entorno extrangero, mantiene la preocupación desde hace ya mucho tiempo, por intentar saber aceptar lo que cada lugar puede ofrecer al visitante ocasional, especialmente si pretende hechar raices en el determinado lugar.  Mas nunca uno debe soñar despierto en construir castillos ni en el aire ni, mucho menos, en el mar.

Ladeando expresamente los conceptos intricados de la política de la inmigración y del sentido común por un momento, la realidad que vivimos en nuestros días manifiesta un corredor cada vez más estrecho y oscuro que traslada, a golpe de cucharón y cacerola, un futuro más incierto para todos.  Es por este motivo que la resurrección de los fondos humanísticos más necesarios lejos quedan del escenario de la obra cotidiana de la humanidad contemporanea.  Otros valores gestan hoy nuevos en el panorama del desarrollo colectivo nacional.

El contraste de los inicios y los finales de un tiempo determinado en la historia personal del individuo, corresponden directamente con el nivel de esfuerzo que éste mantiene durante la trayectoria que describe.  A pesar de que el tímido consentimiento nacional a la hora de concederle a cualquier forastero su derecho al trabajo y los de índole social, dista mucho de la coherencia y del sentido común, aunque siempre existe un mínimo margen de salida individual.

Si la elección del territorio donde uno plantea su futuro hoy es crítico por su complejidad, es sólo debido a que el control aduanero mantiene bajo órdenes la protección de las riquezas para los de índole nacional.  El mismo concepto en menor escala observamos en el acto de mantener las puertas de la propia casa cerradas bajo llave para controlar quien entra y sale del lugar.

Las palabras "igualdad" e "identidad" son sinónimos en según qué contextos, al igual que "ecuanimidad", "homogeneidad" y "justicia".  No obstante, si practicamos el noble arte de la sinceridad y la veracidad: a nadie le gusta que alguien entre en su casa sin permiso y con más hambre que un chacal, especialmente en estos tiempos de desbandada popular.

"Integración" es un gesto recíproco que trata de formar, sumar, incorporar, componer y participar de un individuo sobre un grupo, y estimado señor El Morabet, desgraciadamente su pueblo en España, poco piensa en integrar..  La coherencia del sentido común advierte que la usurpación de bienes de una comunidad carece de sentido y no perdura si el mero acto indigno no se contempla en realidad.  Recuerde usted, por tanto, estimado señor "politólogo marroquí nacido en Alhucemas y residente en Madrid", que las comunidades musulmanas desde siempre en nuestra historia, territorio y comunidad han aportado mucho positivo aunque en estos días de crisis encubierta, la mayoría de sus compatriotas generen en sus asentamientos una rigurosa y aguda dificultad social.

El mundo es cada día más pequeño y cada vez hay más libertad, hay más facilidades para el viaje y tenemos más ganas de salir y aventurar.  Si no nos gusta nuestro errado destino.., salgamos todos a volar, de esa manera algún día uno llegará a su territorio sin crear conflicto y, finalmente, conseguirá su ansidada propia identidad.






Gracias.
 

 

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