recogida de una actualidad con el ánimo de archivo y la opinión personal

jueves, 12 de marzo de 2015

La EGOLATRÍA ante una sociedad desprovista de carácter individual







La necesidad que muestra el ser humano en mantener relaciones de cooperación en el ámbito interpersonal, define su propia laxitud a la hora de enfrentarse individualmente con los retos que se le plantean en la vida.  La evolución generalizada del propio carácter individual acontece, paulatinamente, en retroceso con respecto a una potencial transformación selectiva que mantendría al sujeto más preparado específicamente ante su programa de crecimiento individual.

Tanto es así, que las tablas de dependencia particulares aumentan progresivamente hasta unos niveles que comienzan a ser preocupantes si observamos la realidad a través del prisma con el que dilucidamos nuestro futuro.

De esta manera, la nueva composición interior del organismo social globalizado destaca con una postura que diluye sus capacidades y aptitudes personales dentro del entorno colectivizado, el que muestra, cada vez con más claridad, que las dependencias colaterales e intrínsecas en una consolidada comunidad, deben enraizarse con más fortaleza para evitar escisiones peligrosas para su propia integridad.  La especificación y especialización de las realidades colectivas aumentan con el tiempo en contenido y generan a un ser desprovisto de las capacidades naturales más necesarias para la supervivencia en el entorno racional.

Por tanto, si observamos que el grupo consolidado debe navegar con un rumbo mantenido hacia el ideal común, su entramado individualizado debe mostrar unas conexiones ciertamente robustas y coherentes antes de iniciar su periplo comunal.  Si este hecho no se consolida, el potencial desplazamiento hacia un frente de mejora no se puede completar con éxito debido a la obvia e ineludible desintegración de la frágil malla que cohesiona el personal durante el traspaso evolutivo hacia un nuevo marco temporal.







La importancia, pues, en la UNIÓN dentro de los colectivos para alcanzar una progresiva meta singular, debe ser consolidada desde el primer minuto de la puesta en marcha de cualquier actividad social.  Bien sea desde un entorno de trabajo, deportivo e incluso dentro de un marco familiar o social.

"La unión hace la fuerza" es un viejo dicho que concreta esta tautología, a pesar de que de vez en cuando ciertos individuos con gran capacidad de liderazgo, pretendan usurpar los privilegios del poder latente para cambiar las directrices de los que tiran o han tirado coherentemente del carro de una forma distinta a su criterio personal.

El cambio generacional en el comando de los colectivos debería suceder de una forma fluida y sin un contraste contundente o abruptamente impuesto por cualquier valor personal, de otra forma se introducen en el proceso directivo manifiestas sendas derivadas que más tienen que ver con la egolatría que con el sentido común y colectivo más auténtico, beneficioso y, ciertamente, racional.

No te sientas ofendido, libérate de la necesidad de ganar, de tener la razón, de ser y mostrarte superior al resto y libérate de la necesidad de tener más..  Sólo así entenderás que la importancia del individuo cesa en su programa impositivo y el motor que nos conduce hacia el futuro anda mejor como grupo consolidado a pesar de todos los intentos beligerantes que mantengan los demás.

¿Aprenderemos algún día con los hechos constructivos de nuestro entorno natural?



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